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Soy Christopher Shaw, pamplonés nacido en California, que vive y sueña en una pequeña ciudad ubicada al pie de los Pirineos y enclave principal del Camino de Santiago. Vivo en una tierra de diversidad, de riqueza y fusión entre la naturaleza agreste del norte y las fértiles huertas del sur. Sólo echaba de menos una cosa: el picante de mi tierra. Pero esta tierra afortunada y generosa me proporcionó los ingredientes naturales para elaborar una salsa artesanal, con una composición única y un sabor extraordinario.
Con la llegada del otoño, los campos de la Ribera alta de Navarra se salpican de un rojo intenso y en los pueblos de la zona, las conserveras comienzan una actividad frenética. El pimiento del Piquillo irrumpe cada temporada con su colorido acostumbrado empapando el aire de aromas a leña y a brasa. Porque si algo caracteriza al auténtico Pimiento del Piquillo de Navarra de otros pimientos similares es que, tras el asado a llama directa, se procede a su pelado y limpieza sin que el fruto toque el agua ni cualquier otra solución química. Así se garantiza su inigualable sabor.
Las Alegrías Riojanas son parecidas al Pimiento del Piquillo pero de menor tamaño. Es una variedad de picante también llamado pimiento “villano” o guindillas. Su picante intenso, vibrante, proporciona color y alegría a los platos.
Y juntos son invencibles.
Jamacuco. Sensación súbita que altera nuestros sentidos durante unos eternos instantes para luego replegarse en el olvido. Es la magia de los fuegos artificiales. Es el descenso de una montaña rusa. Es el fuego de las hogueras en la noche de San Juan. Eso es Jamacuco. Una salsa picante que me recuerda a las frescas noches en el río Sacramento y a los amaneceres en Yosemite Valley. Se elabora con Piquillo de Lodosa y Alegrías, dos variedades de pimiento que se cultivan con mimo y esmero en Navarra, tierra fértil y agradecida.
Cuando uno se aleja de su hogar una de las cosas que más echa de menos es la gastronomía. Y de repente, los sabores de la infancia, los productos de la tierra, inundan los recuerdos y los sentidos, deseando volver a probar aquello que dejamos atrás. Después de muchas pruebas he conseguido una receta única, que une mi experiencia culinaria forjada en la frontera de México, con los productos y la tradición conservera de mi tierra de acogida.
¡Estallido de sabor y energía!
Aunque el pimiento es una planta originaria de América del Sur, el pimiento del piquillo pertenece a una variedad botánica singular y autóctona, única dentro de su propio género, que en el término geográfico de Lodosa, y entre los municipios colindantes alcanza su máxima calidad gustativa.
Variedad de guindilla de porte y color muy parecido al Pimiento del Piquillo de Lodosa aunque de menor tamaño. Reciben este nombre por la “alegría” que aporta al paladar al ser muy picantes, aunque su picor no es persistente.
La recolección precoz de la oliva para evitar las heladas tempranas de la zona, unida a los suelos calizos y a un clima seco, soleado y sometido al “cierzo” dan lugar a unas extraordinarias cualidades organolépticas, que se manifiestan en un “frutado” de medio a intenso, con notas verdes y con un amargor y un picante característicos y muy equilibrados.
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